Uno a Uno con Tania, de Alma Wabi

Recibimos a Tania en casa, para que nos cuente más sobre ella y Alma Wabi. Podrás escuchar el episodio completo en este link: Episodio 01

Hablamos de los ciclos de la naturaleza, de su belleza imperfecta y de cómo todo se va desenvolviendo de manera que no entendemos sino hasta cuando miramos hacia atrás y unimos puntos.

Viajamos con ella a Nueva York

Nos recomendó el libro Tenía que Sobrevivir de Roberto Canessa

Hablamos de música y las letras de Jorge Drexler

Nos contó que escucha podcast sobre biografías, como una manera de ver que a todos nos pasan cosas.

Hablamos de su bestseller culinario: su Tarta de Manzanas

Cerramos entendiendo lo especiales que somos, y cómo eso inevitablemente se transmite al arte que cada uno expresa.

A Tania la pueden contactar a través de su web o las redes de Alma Wabi

Al final del recorrido de las fotos, encontrarás la entrevista completa. ¡Que la disfrutes!

BELLEZA NATURALMENTE IMPERFECTA

Tania es la creadora de Alma Wabi. Tiene 43 años, es mamá junto a Guzmán de Delfi, Mercedes y Valentina; nació en Treinta y Tres, vive en Montevideo (y un poco en Treinta y Tres).

Alma Wabi -en una definición que por ahí puede quedar corta- es arte en objetos de uso cotidiano, objetos que hacen extraordinario el día a día. Su arte nos regala cuencos, velas en cuencos, topes de libros, vasijas, lámparas de mesa, percheros, bandejas y es también un arte de dar segundas oportunidades.

Pueden ver de qué se trata en redes, la pueden encontrar como alma.wabi en Instagram.

Y a propósito, algunas frases que encontré en tus redes Tania, que son en parte motivo por el cual estás acá:

“Piezas que van a tu casa para dar lugar a la reflexión, no solo decoran sino que enseñan”  

“Aquí diseña la naturaleza, yo la desempolvo y le saco brillo”

 “El campo viaja a tu hogar”
“Vivir rodeados de objetos que son bellos pero naturalmente imperfectos”

“Nos enseña a ser más amorosos con nosotros y entender que esto de ser humanos implica errores y aciertos”

“Mi misión es revelar la armonía interna de la naturaleza”

Tania: ¡Todo eso!

Valeria: Contanos, ¿por qué elegiste esas dos palabras “Alma Wabi” para describir tu arte y qué vínculo tiene con la naturaleza?

Tania: Bueno muchas gracias Vale por invitarme a este espacio tan lindo, una de las cosas que más me gusta hacer es charlar -y escuchar también-. Alma Wabi es una cosa muy mágica. Mi vida se reparte entre el campo y la ciudad.

Mi esposo se dedica a la agricultura, entonces me llevó con él (y yo también quise ir!) para criar a nuestra familia.  Fue todo un mundo muy diferente al que yo conocía: estar en contacto con la naturaleza al máximo nivel. En aquella época no teníamos luz, era más difícil llegar, no había redes. Recién iniciábamos y las dificultades siempre en los inicios son mayores.

Fui entendiendo un poco el tema de la naturaleza, de lo que te brinda, de estar a su merced, de lo sabia que es, del arte de dar segundas oportunidades. Cuando parece que ya uno quiere bajar los brazos, te vuelve a recompensar de alguna manera: cultivo a cultivo, ciclo a ciclo. Te ubica en el lugar.

Pasaron los años, yo tuve a mis hijas, pasaron un montón de cosas y llegó el momento en que se dio. ¿Por qué no antes, por qué si ahora?

Al campo llegó un aserradero móvil a causa de que se necesitaba sustituir infraestructura que ya estaba quedando obsoleta como el tubo de ganado, embarcaderos y alambrados. Todo eso se hace en madera. Entonces, ese aserradero es una máquina muy sencilla que se instala rápidamente y utilizaba los mismos árboles que había en el campo. Todo eso tiene forma prismática y el árbol tiene forma circular, entonces van quedando recortes.

Los recortes son esas caras curvas en general, o deformes, o que tienen defectos que por el tema de la resistencia o el armado se romperían. Entonces esa pila de descartes era algo bastante grande y feo de ver primero que nada.

Valeria: Te “desordena” el paisaje.

Tania: Exacto: desordena el paisaje. Era bastante y recién empezaban. El volumen al estar todas desordenadas era mayor aún. Allá el tema de los desechos es un problema.

Entonces, un día busqué a mi esposo y le dije: “¡otra cosa más, viste!” y me dijo “Bueno, después se lo lleva el personal en invierno para quemar: se hace leña. Así que vos no te preocupes, eso se va a desaparecer.”

Fui hasta la pila, la empecé a mirar y dije: – yo soy arquitecta, así que sé que todo eso tiene valor- hacerte cualquier cosa en madera es un costo. Entonces, empecé a observarla: a mirarla con detenimiento. Y veía toda la corteza, lo que está junto a la corteza: con todas esas deformaciones, ondulaciones, nudos. Y dije, pero ¡esto es fantástico! o sea, es la mejor parte ¿cómo lo van a tirar? ¿cómo lo van a quemar?

¡Algo hay que hacer con esto! Y empezó mi cabeza a mil: esto puede tener forma de, esto puede servir para…

El hecho fue que corrí a internet -ahora sí tenemos internet- entonces dije, el mundo es más grande: tiene que haber personas que aprecien esto como un valor. Puse una frase tan sencilla como “objetos de madera de formas raras”. Empezaron a salir muchas imágenes que fui tocando y que iban en esa sintonía, hasta que de pronto apareció el Wabi Sabi.

Y empecé a averiguar, y saber qué es. Es una filosofía que si bien refiere más a la vida cotidiana, también tiene una parte estética. Vi que estaba basada en tres conceptos. Uno es que la belleza está en la imperfección, o al revés, la belleza puede ser imperfecta.

Valeria: Eso es divino ¡ese concepto!

Tania: Si, ¡es muy liberador! El segundo concepto es que todo cambia, que nada se mantiene en forma estática, que por más que queramos que quede todo igualito, va a venir un cambio o cuando pensamos que no va a pasar nada…

Valeria: ¡Pasa!

Tania: …Puede pasar algo mejor o algo inesperado.

El tercer concepto es que nada tiene un final. Aquello que aparentemente no sirve más para nada puede reconvertirse y tener un uso nuevo. De ahí surge el nombre Alma Wabi.

Valeria: Permitime un paréntesis Tania, en realidad una observación. Tus objetos pueden rotar por toda la casa, pueden estar como cuenco en una entrada, en la cocina, en el baño, en una biblioteca. Funcionan bien en muchos lugares y con sus curvas y textura  dan calidez a lugares que de por sí no la tienen: lugares con líneas muy rectas, acabados muy lisos. Ayudan a dar esa textura y suman formas orgánicas.


Tania: Claro, ¿a quién no le gusta la madera? Y esa cosa tan cálida que tiene la madera, más este tipo de maderas que son todas curvas, que además la forma queda porque la naturaleza lo hizo. ¿Quién va a discutir con eso? Es como luchar contra algo que es superior. Yo muchas veces me siento hasta un poco mal en el sentido de que me aprovecho del diseño de la naturaleza.  O sea, simplemente le saco brillo, la pulo, le doy esa esa utilidad: para que vuelva a ser admirada y no quede olvidada en esa pila o que no se vaya a quemar como una simple cosa no tiene uso porque ¡qué feo es ese final!

Eso de descartar es como rendirse, o sea, declarar: esto no sirve más para nada, no tiene sentido de ser acá en la tierra.  Son objetos que vienen a plantear una reflexión: eso lo tenía desde el principio.

Valeria: ¡Eso es buenísimo!

Tania: Si hago algo, es para inspirar o para que tenga un sentido, que transmita algo: eso lo tenía súper claro.

Valeria: Ese mensaje es súper lindo porque se puede traspolar a la vida y a un montón de cosas.

Tania: Sí, sí: desde cuidar el medio ambiente hasta el valorar la imperfección o los pequeños detalles que tenemos. Todos tenemos detalles: los humanos, las cosas tienen pequeñas huellas y cicatrices que nos van quedando y que nos hacen diferentes. Nos dan esa riqueza de poder, por ejemplo, ahora sentarnos a dialogar y a transmitir y cosas y que alguien también se sienta inspirado del otro lado. Y solo lográs con lo que viviste, lo que te marcó, las huellas que te van quedando. Entonces no puede ser que la madera por no ser perfecta quede de lado, sino que cuenta. Cuenta: yo soy de Uruguay, o sea, soy madera de Uruguay, fui hecho con por las manos de alguien y además fui rescatado de un lugar donde estaba olvidado. Entonces eso me parece un círculo muy lindo.

Valeria: Sí, eso es buenísimo. Esa idea y que no haya surgido después. Que haya surgido desde el inicio me encanta.

¡Te propongo un ejercicio ahora! Quiero que me cuentes alguna historia de una pieza especial: desde la pila hasta las manos de alguien.

Tania: Me llevó mucho tiempo mostrarlas. Está bueno saber que esto también me ayudó a mí a sacarme muchos prejuicios. Decía: ¿esto será importante para alguien o no? Lo tenía medio guardado para mí y las primeras que vieron mis obras fueron mis hijas y mi esposo. A mi esposo, que al principio le parecía que aquello era un delirio, cuando las vio terminadas dijo “Wow. Esto es, es de locos, no sé cómo lo hacés”.  

Voy en la búsqueda de esa madera, y existe una selección: no elijo todo, pero sin embargo pasa un mes y voy tras de esa pieza que no elegí.

Valeria: Claro, es que tenemos una inteligencia muy visual los arquitectos. Al menos yo la tengo, me imagino que vos también: mucha memoria visual, hay cosas que te quedan como en el fondo de la cabeza.

Tania: Si, es como un GPS, porque ni siquiera tiene lógica que yo sé que voy a encontrar esa madera en tal lugar que no está ordenado. Y entonces mi esposo me dijo: el don de esto está en ti: en poder encontrar eso que para otros no tiene valor.

Valeria: Ver cosas donde los demás no las ven.

Tania: Mejor dicho imposible. Y después mis hijas -que son grandes críticas,ya adolescentes algunas- me dijeron: “mamá, esto es alucinante”. Y eso fue genial. Ellas fueron las primeras que me dieron para adelante y después, bueno, las primeras compras fueron de gente que realmente conectaba.

Muchas veces al principio sentía que quizás no le gusta la gente, pero entendí después que era conexión.

Esto fluye con conexión: si tú ves las bondades de objetos como este, vas a conectar y le vas a dar el valor que tienen. Y así es.

Valeria: Claro. Son objetos como magnéticos.

Hablas de la imperfección, de la naturaleza inspiradora y de como un nudo puede hacer que sea un descarte para unos y un tesoro para otros. Me imagino también que como arquitecta tuviste que vencer algunas barreras para que la pieza te diga qué hacer. No proyectar y poner expectativas sobre el trozo de madera.

Tania: Ay, sí, eso es un trabajo interno muy bueno, porque la aceptación también va en esa imperfección. La idea es que generes empatía con el objeto porque estás dándole el ingreso a tu casa a algo que no está perfecto. Quizás proponen desarrollar un poco la empatía frente a los demás, a estar abierto, a aceptar que los demás tienen su tiempo, a que tú te equivocas también o que lo que querías encarecidamente no salió. Y eso es como muy liberador.

A la hora de este fabricarlo, o de ir con esa idea terminarla y que después se raje. O que quizás pasadas todas esas horas este de calor o de frío -porque el taller es medio inhóspito siempre- y que después eso se rompa. Les confieso que las primeras veces tiraba contra la pared algunas piezas. Terrible, porque me frustraba mucho. Y bueno, en la arquitectura, cuando tú tenés algo que no sale bien: los imprevistos, estás a la merced de esas cosas y bueno y acá también.

Yo no soy carpintera, soy arquitecta, entonces no tengo las habilidades aprendidas, estoy aprendiendo. Las herramientas no son todas las perfectas para estas actividades y lo que aspiro es que a medida de que todo esto tome más forma es poder conseguirlas. Todas las herramientas están pensadas para cosas rectas, lisas, para que todo calce exactamente, entonces es muy difícil de llegar a ese final. Y bueno, ahí voy en esa aceptación. Algunas veces los accidentes son muy buenos, porque el objeto se va transformando. Con el tiempo me di cuenta que tenía que dejar fluir porque eso me sorprende y muchas veces para mejor, para mejorar. Entonces simplemente empiezo sin expectativas ahora. Y si da, da y si no, por algo será. Y muchas veces las dejo a medio hacer porque se transforman luego en otra cosa.

Valeria: Claro, capaz que otro día venís con otros ojos y descubrís algo nuevo.

Tania: Exacto. O te pasan cosas alucinantes, como que te proponen “che mirá, tengo un espacio en casa, me gustaría que vieras si me puedes hacer algo” Y tengo ya de antemano algo a medio hacer, que calza perfecto. Esas cosas me erizan y digo wow: “viste, todo se desencadena por algo, esto quedó por la mitad porque tenía que transformarse en otra cosa”. Eso me hace ver que estoy en el camino justo, o que por lo menos estoy conectada.

Cuando recién empezaba que me encontraba mucho con la frustración, por el qué dirán más que nada: si esto no me sale tan bien ¿cómo cómo lo voy a mostrar? Entonces ahí mi esposo me agarró y me dijo: “Si tú dejas de disfrutar, no tiene sentido. Entonces recordalo bien, porque sino lo que estás diciendo no lo estás aplicando” y ahí hice un clic. Y que si no lo disfruto, no puede ser. Y ahí bajas, todo a un nivel en el que fluye y está buenísimo.


Valeria: ¿Qué te dirías a tí misma si pudieses viajar en el tiempo y te encontrarás en el día uno de Alma Wabi?

Tania: Lo primero es que me anime, que me anime mucho. Que le dé para adelante, que no dude, porque muchas veces la velocidad…

Valeria: …Es autoimpuesta!

Tania: Exacto, la velocidad la vamos dando nosotros. Y hay tantas cosas a las que le tenemos miedo, tantas cosas que por ahí te frenan un poco. De todas maneras, creo firmemente que todo se da cuando se tiene que dar. Que hay un hilo que conduce todas esas cosas que es fascinante y que solo cuando ves para atrás…

Valeria: …podes unir los puntos.

Tania: Claro, podés unir los puntos, entonces ahí decís: ¡pero claro! esto tenía que ser así. Muchas veces viene alguien y dice ¿por qué no lo hacías antes? ¡Yo que sé! Antes no era, ahora estoy en otra etapa. Sí, es verdad que estaba en movimiento.

Valeria: Eso es como el primer paso.

Tania: Yo estaba en movimiento en algo que sin duda desembocó en Alma Wabi. Creo que es como es tenía que ser. Entonces bueno, me da un poco de cariño, por esa Tania que estaba ahí empezando y que tenía tantas dudas. Que en realidad eran más mías que de los demás. Creo que fui muy valiente en poder atravesarlos, y tenía que pasar en determinado tiempo, nada más.

Valeria: Bueno, Tania, ahora entramos en una parte que es un poco más para conocerte. ¿Qué recuerdos de tu infancia tienes asociado a una casa y de quién era esa casa?

Tania: Esta pregunta es muy buena porque yo me empecé a dar cuenta ahora que tengo una hija que está viendo qué carrera va a seguir, a fijarse en qué, en quién los inspira. Después empecé a escuchar que más o menos lo que tú jugabas en la infancia es lo que está bueno que te dediques, porque sería como seguir jugando, entonces lo vas a hacer con placer.

Bueno, yo me di cuenta que miraba casas, ahora con esta pregunta, miraba las casas de todo el mundo,  La mía, era la la de mi mamá, donde vivíamos con mis hermanos. Somos cuatro. Mamá hacía lo que podía y aquella casa estaba tomada por nosotros, lo cual era divertido. No tenía patio, pero teníamos vereda. Y la pasamos bomba. Y también teníamos una chacra muy cerca, o sea que el espacio exterior lo teníamos. Mi mamá es una persona que es un amor, siempre iba a visitar a las tías viejas, las abuelas. Visitaba a todos los parientes de Treinta y Tres, que era muy chiquito, y a mí me ponía un vestido y me llevaba con ella. No sé mis hermanos por qué no iban. Yo siempre estaba ahí, entonces iba a eso que para mi era una monotonía, porque la mayoría de las veces eran personas mayores y yo chiquita. A mí me fascinaba colarme por la casa porque nadie se daba cuenta de que yo estaba ahí. Entonces me iba aquellos patios con parrales, con tacos de reina, que no eran la perfección ¡ni ahí! pero tenían ese encanto tan divino. Había como una sala con pianos, y entonces yo lo destapaba y empezaba como a tocar despacito. Y todos aquellos adornos de personas mayores. Me acuerdo perfecto de las casas con las claraboyas, los azulejos de las entradas que yo los tocaba, los aljibes. Todo eso siempre me fascinó, por eso también me encanta rescatar lo que tiene historia.

Valeria: Y sos muy observadora.

Tania: Si, observaba todo, la cadenita de la cisterna de esas que iban por fuera, el taponcito de la pileta, la letra del agua caliente y el agua fría. Todo eso observaba en detalle, en ese aburrimiento que tenía porque hacíamos toda esa gira con mi madre los sábados y los domingos. Entonces ahí fue que yo fui viendo el diseño, agarrando el gusto por la arquitectura, por los recovecos. Jugaba en esa arquitectura, en esos muritos. Me parece que de ahí viene el querer ver la historia que tienen las cosas.

Valeria: Divino me encanta. Acá va otra pregunta: ¿qué fue lo que te hizo decir “es esta” cuando elegiste tu casa actual? ¿Cuál fue ese clic?

Tania: ¡Pobre casa… que no me escuche! Estuve dos años buscando. La primera vez que Chelo -que me buscaba las casas- me paró enfrente de la casa, le dije, “¿pero de qué estamos hablando? O sea, lo más alejado de lo que yo te pedí es esta casa”. Lo único que tenía era la zona, que la buscamos por porque mi esposo vivió en el barrio, porque estaba cerca de sus papás y era parecido, en cierta medida, a vivir en el campo. Es una casa de tejas, la típica casa que un niño dibujaría, esa es la mía. Cumplia con el barrio y sólo con la condición que mi esposo tiene de venir con una camioneta grande y con un carro y todo tenía que entrar. Esa era la condición de mi esposo, fácil pero difícil. Y me dice Chelo: “No, dale una oportunidad” Y ahí entre, la casa estaba muy mal. Quiero una casa para reformar y eso sí, siempre lo quise hacer. Me gusta la idea de reciclar las casas, no hacer algo de cero, sino darle valor a esas construcciones que eran tan lindas, de época. Pero esa no era la del formato, o sea estaba muy lejos, y entramos.

Y ahí creo que entré en una especie de -no sé, según mi madre- estaba como en trance.  Cuando ella fue, me dijo ¡qué compraste!

Cuando fui a la cocina y vi que tenía una ventana enorme de pared a pared. Fui de mañana. Fue tramposo Chelo. Porque de mañana era cuando entraba el sol. Dije wow. Este lugar va a ser el lugar donde yo voy a estar parada en la cocina. Y después vi que tenía espacio. Y para mis hijas la buhardilla. Creo que es una casa que para niños es muy divertida.

Cuando vienen a jugar amigas a mi hija, por ejemplo, le dicen: “no nos dijiste que vivías en un castillo y yo me río. Me pongo a escala de ellas y sí, claro, qué divertido. Me pongo a mí en esas mismas casas que recorría yo. Qué fascinante es estar en esas casas con recovecos y escaleras. Es perfecta para ellos. Así que la verdad que estoy muy contenta, fue una elección muy linda. Fue un trabajo enorme, fue en equipo. La verdad es que no la imaginaba así, pero si, me encanta.

Valeria: Inesperada. Bueno creo que ya lo respondiste, pero ¿cuál es el spot favorito de tu casa?

Tania: Y si, la cocina sí. La cocina y el jardín.  El jardín ahora de grande es mi lugar, sí, sin dudar lo disfruto pila.

Valeria: Contame de una fuente de recarga de energía asociada a tu casa…

Tania: ¿De recarga de energía? El jardín. Sí, cuando estoy triste o estoy confundida, me doy una vueltita, miro las plantas y me pongo a trabajar. Me encanta trabajar en el jardín y ahí como que todo vuelve a su lugar.

Valeria: Un ritual de autocuidado que quieras compartirnos…

Tania: Autocuidado, como se ve como autocuidado el de ir a un spa, maquillarte o todo ese tipo de cosas no soy habitué.  Sí reconozco que mi autocuidado va en el balance y el equilibrio que se tiene en la vida. O sea, si tú te acostás de noche y haces la revisión, no sé, me gusta hacer una revisión de noche del día, de lo que va pasando, y veo que está todo como en equilibrio. Creo que ser feliz es lo que sale por los poros, es el estar tranquila de que de que estás haciendo lo correcto, de que estás en sintonía, de que sos coherente: lo que haces, con lo que decís y con lo que muestras.  El tener a la pareja que elegí, el seguir construyendo con él, creciendo y que sé que es esa persona. Creo que esa es mi terapia. O sea, soy estoy bien porque estoy feliz, estoy en balance. Es como más del interior, cuido mucho el interior para que salga hacia afuera. No tanto lo tapo con maquillaje o una peluquería o algo de eso, sino que trato de ir de adentro hacia afuera.

Valeria: Ahora vamos con unas preguntas rápidas. ¿Cuál es tu fecha de cumpleaños?

Tania: Mi fecha de cumpleaños es el 30 de junio y es muy fácil porque es la mitad del año, o sea el 30 pasan muchas cosas por más de que es invierno. También lo supe festejar en verano en algún viaje y no me pareció tan malo. En invierno sí un poco, pero sí me gusta mi cumpleaños, sí.

Valeria: ¿Cuál es tu estación del año favorita?

Tania: Sin duda el invierno no, igual intento buscarle lo bueno que tiene cada una. Todo tiene algo bueno, ya saben siempre trato de rescatar lo bueno. Sin duda el verano. Para estar afuera en contacto esas noches allá en el campo, con esas estrellas y el fueguito.

Valeria: Sigue habiendo bichitos de luz en Treinta y Tres.

Tania: Si, sí, exacto, el verano lo pasamos en el campo, entonces las memorias del verano están asociadas en el campo. Y eso es buenísimo. Esa es una casa muy rara en la interna. ¡Es tan imperfecta!  Es como un rancho que se hizo casa, y entonces no es ni casa ni rancho. Hay una parte que está reformada y otra que no. No hay nadie que vaya y no se sienta bien. No sé, es como que esa aura, ese campo tan lindo, que te abraza.

Entonces el verano, como nos juntamos como familia más tiempo, estamos todos los días juntos, me encanta. Y la primavera también, con las flores se da como todo un comienzo. En el campo más que nada, todo vuelve a comenzar, nace el ganado y entonces es como como que decís, bueno, tengo otra oportunidad de hacerlo diferente.  El otoño también me gusta mucho, pero el invierno, el frío es el que más me cuesta.

Valeria: Es el más duro. Tania, ¿En cuántas casas has vivido?

Tania: Creo que deben haber sido 5. No me gusta cambiar mucho, eh. Soy como, en el tema de casa, muy de nidito y me encanta estar en casa. Me encanta vivirla, es ese refugio de donde uno puede estar en paz.

Valeria: Ser uno mismo.

Tania: Si, me encanta, sí.

Valeria: ¿Qué aromas hay en tu casa?

Tania: Siempre pongo algo como de vainilla. Algo suave, que no invada. Me encanta el olor a galletitas, el olor a torta. No pongo el extractor ni nada porque me encanta que llegue gente o que lleguen del colegio las chicas y esté ese olor a galletitas.

Valeria: ¡Qué rico!
Contame ahora de una rareza tuya, podría ser un nudo de la madera si lo llevamos a Alma Wabi

Tania: A bueno, tengo muchas. Primero que nada, nunca estoy quieta, nunca estoy sin hacer nada. No puedo no hacer nada, me pone muy nerviosa no hacer nada. Puedo estar leyendo un libro, mirando una peli, en el jardín, arreglando algo en la casa, cocinando, haciendo algo de Alma Wabi. Tuve por los embarazos que hacer muchos reposos.

Valeria: Ahí ya está, ya cumpliste con la cuota.

Tania: Largos además, y ahí era como un gato enjaulado. Y, entonces empecé a pensar en todas las personas que tienen que estar quietas en un lugar, que tienen eso de por vida y en honor a ellos: ¡a mí no me agarran más! Así que soy muy hiperactiva y hay que llevarme el ritmo.

Y después, soy más bien tímida. La rareza puede ser que me encanta escuchar, le doy oportunidades a todo el mundo cuando habla de escucharlo, aprendo escuchando.

Valeria:  Eso es un don, no una rareza.

Tania: ¡Hoy en día es una rareza! Creo que me pasan a menudo cosas raras, no son mías, sino que sí soy de las persona que le pasan cosas muy raras o fortuitas o locas.  Mis hijas dicen ¿qué pasó ahora? cuando llegan del colegio. Nos pasan cosas muy raras, desde encontrarme con un político, una actriz y que me haya hablado a mí por cierta razón. Eso de estar en el momento justo.  Hay algunos hijos de amigas que si yo les digo vamos a salir a dar una vuelta o vamos a dar un paseo, dicen “qué bueno vamos a tener una aventura”, porque todo puede darse vuelta. Así que sí, se ríen mucho, o sea  tengo historias para contar en ese sentido.

Valeria: De viaje: ¿Naturaleza o ciudad?

Tania: Te diría naturaleza: playa. Tengo una hija que es al revés, que le gusta ser artista, las luces, todo. Cumplía 15 el año pasado y el sueño era ir a New York. Nos llevó al padre, que es más rural que yo obviamente y a mí. Yo como arquitecta me veía haciendo edificios, viviendo en ciudades, cuando estudiaba. Pero después me alejé totalmente de ese concepto y ella me llevó ahí. Y me pareció una cosa alucinante, una jungla. Tan tan exótico. Me pareció como el liberador, como el campo, porque nadie notaba que yo estaba allí y si yo me hubiera puesto, un gorro de cualquier cosa y me hubiera parado ahí, en una esquina nadie me iba a decir que estaba mal. Yo dije ¡qué fantástico!

Valeria: A la inversa del dicho de pueblo chico infierno grande.

Tania: Es que nadie te ve, cómo en el campo ¿quién me ve? Los pájaros.

Valeria: Podes ser cien por ciento vos. De hecho siempre podés, pero tenemos prejuicios.

Tania: Mi esposo siempre usa ropa de campo, le dije, ¡olvídate, o sea, vamos a una ciudad Guz ponele onda! Y el estaba así y estaba bien, entre aquella maraña de gente y eso me pareció lo mejor. Claro que después me decían, bueno, imagínate que nadie te registre. ¿O sea, cómo se siente que nadie te registre?

Valeria: Claro, eso tiene una contracara.

Tania: Y si, dije bueno, no sé, pero yo ahí vi todo. O sea mi me gustó y sentir así la ciudad también liberadora.
New York fue un descubrimiento cuando fui al museo y vi que todo lo que estaba expuesto en el Museo de Arte era Wabi Sabi. Lo que estaba en valor allá era lo cotidiano de acá: ese poste con los clavos sin tocar estaba dentro de una cápsula de cristal. ¿De qué estamos hablando?

Si vos ves con curiosidad de todo aprendes. Todos los lugares se transforman en fascinantes. Creo que me siento preparada para cualquier aventura. Aunque no me gustan tanto los aviones, pero bueno, lo voy controlando. A medida que pasa el tiempo lo controlo mejor.

Valeria: Actualmente ¿qué estás leyendo?

Tania: Mirá, el último que leí es brutal, es “Tenía que sobrevivir” de Canessa. Es alguien del que aprendo todo el tiempo. Me lo he cruzado y el no sabe de mí, pero yo sí sé de él y me lo he visto en momentos en los que estaba de realmente derrotada. Y él apareció. Y yo dije wow, cuando se iba, Dios me está mostrando a alguien que vino de la montaña. El hombre se me aparece en ese momento y me dio una lección solo por pasar. Este entonces bueno, se los recomiendo ¡es buenísimo!

Ahora estaba leyendo un libro sobre la vida de Agassi, muy tortuoso pobre lo que vivió, así que no sé los años que tendrá ese libro.

Valeria: Dejanos un podcast que escuches.

Tania: Podcast elijo al azar. Muchas veces de un tema salta para otro tema, no sé por qué. Cuando vas manejando y no puedes controlar mucho. Hago mucha ruta, pero más más bien con música. Todo escucho en general. Me sorprendo, por ejemplo, escuchando sobre entrevistas a actores. Me gustan mucho las biografías, creo que es la mejor forma de ver que a todos les pasan cosas. Tratan de la superación humana y eso me encanta

Valeria: ¿Y qué música?

Tania: Bueno, me identifico con la música de Drexler. Lo habrán visto que en Alma Wabi es como un match perfecto. Antes me parecía como lenta su música, pero ahora que la interpreto y las escucho a las letras me parece un genio. Todo lo que escribe y cómo lo que dice, estoy atrapada con él. Después me encanta la música brasilera. Pero también me gusta Calamaro ¡imaginate Calamaro con todas sus cosas! Rebelde que va contra el sistema y todo eso que también me gusta y me gusta el rock. Así que voy, voy por muchos lugares.

Valeria: ¿Cocinar o que te cocinen a ti?

Tania: Cocino en el campo. No te queda otra, no hay dónde ir a buscar nada y eso me dio como las primeras armas en la cocina. Viste que uno lleva el surtido que para un determinado tiempo, 20 días, uno no sale de allí todo el tiempo. Pero me gusta mucho, ahí aprendí, te decía. Los primeros días son de abundancia: tienes todo lo que necesitas pero tienes que ir administrando y te van quedando tres o cuatro ingredientes. Y el hecho de ya estar allí, ver a tus hijas que están muertas de hambre y qué sé yo, con cuatro cosas, hacer algo.

Valeria: Eso es un superpoder

Tania: Si, me encantaba y después hacia el ejercicio ¡me voy superando! con un morrón y dos huevos hacía un omelette alucinante. Les gusta mucho la torta de manzana que hago que es como un clásico y las empanadas. Allá afuera cocino mucho más que en Montevideo, sin duda, porque tengo el tiempo, porque estoy como relajada, sale todo bien. Acá sale todo a las apuradas o se quema, así que no soy la mejor cocinera en la ciudad.

Valeria: ¿Dulce o salado?
Tania: Dulce.

Valeria: Esta creo que ya me la respondiste: ¿Cuál es tu bestseller culinario?
La torta de manzana, ¿es invertida?


Tania: No, no es invertida, es como una tarta, un tipo pie. Es un invento, es muy sencilla, pero no sé por qué, queda muy rica.

Valeria: Bueno. Terminaron las preguntas rápidas. ¡Fue un placer recibirte Tania!

Tania: Ah, muchas gracias. Sí mismo y también muy linda esta charla.

Valeria: Los objetos de Alma Wabi, como decía hoy, el magnetismo que tienen es que son únicos, igual que nosotros. Cada uno de nosotros somos únicos, y eso es lo que nos hace súper especiales. Recordanos tus redes Tania.

Tania: En Instagram sí estoy en @alma.wabi, también tengo la página web donde ahora estoy de nuevo poniéndole el stock.

Valeria: También se pueden hacer pedidos como para ir trabajándolos contigo.

Tania: Si, hoy, por ejemplo, tuve como el inicio en eso. Fue muy gratificante porque ya te digo cuando conecto con esa persona, conecto con alguien que está en la sintonía, que ve el valor que hay detrás del objeto. Eso es fascinante. Hoy justo fue una de las primeras veces en los que me dijeron, tengo este espacio, quiero que lo llenes con esto.

Y los fuimos a presentar con la persona que me lo pidió y me sentí tan bien. Estuvo tan bueno porque la recepción de ella, el lugar y todo eso se dio tan perfecto y también me dio muchos ánimos para seguir por ese camino.  Fue lo que más me recomendaron ahora en Casa Deco. Los aportes esos valiosos que te hacen decoradoras. Eso de que fuera más por el lado del arte, por trascender. Que siguiera ese camino. Hoy fue un día muy especial en ese sentido, ver la persona, esa conexión. Eso de ver el valor y la pieza que se ajusta, a pesar de que no era exactamente lo que me había pedido, sino una interpretación mía, más la madera que encontré.

Valeria: Los cuencos largos como centros de mesa me encantan porque tienen grandes dimensiones. A veces hay piezas que son difíciles de encontrar en el mercado más común. Yo quería también encontrar una pieza para una bañera: como una mega bandeja.

Tania: Si, eso está muy bueno. La variedad de cosas que se pueden hacer en base a esa madera, aparentemente deforme y que destaque en el lugar

Valeria: Tienen mucha textura y cuando los baña la luz rasante tienes otra perspectiva distinta que durante el día.

Tania: ¡Y lo difícil que es poderlo mostrar en imágenes!

Valeria: Está bueno que vayan a verlas y tocarlas.

Tania: Que me contacten para verlas si.  Mis hijas me dicen “mamá, si nadie las toca es como que se pierde algo”. Sí, claro, y realmente es esa textura. Es la conexión, es conectar también algo que es nuestro. Esos árboles que también crecieron acá, así que me parece una buena unión entre el campo y la ciudad.

Valeria: Y no digo cerrar un ciclo, pero si ser parte de un ciclo.

Tania: Ser parte de un ciclo, ser parte de una conexión, una conexión distinta con el campo. Una conexión con el campo como lugar, como con las personas que viven ahí que son tan profundas, sí, tan tan generosas. Eso es lo que yo quiero, que conecten con esa parte, con la naturaleza, con lo simple.

Valeria: Bueno divino Tania, gracias por tu tiempo y por haber aceptado esta entrevista ¡que es la primera!

Tania: Vale la vida también nos juntó en determinados momentos, ¡así que por algo es! Contenta de ser el principio de algo que va seguir con mucho éxito. Y muchas gracias a los que nos estén escuchando. Esperamos que seamos inspiración y muchas gracias a ti, Vale.